‘As bestas’ inaugura un nuevo ciclo en el cine español de la mano de Saura
No diga Premios Goya, diga Premios Saura. Por lo menos este año. Y los que vengan quizá. Al fin y al cabo, más allá de la coincidencia aragonesa, a los dos les unía una forma de mirar el mundo. Cuando se le preguntaba a Carlos Saura por aquello que compartía con Goya -y de paso con Buñuel por aquello de completar la pagana trilogía pictórica baturra- respondía infetectible y escuetamente que «la imaginación». No daba más pistas porque quizá no era necesario o, simplemente, porque no le daba la gana, que todo puede ser. Pero lo cierto es que, y sin exagerar, el color explosivo de los cartones para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara tiene mucho que ver con la fotografía cálida y tan cerca del crepúsculo que Vittorio Storaro imaginó para Flamenco, Tango o, en efecto, Goya en Burdeos. Y, de la misma manera, la negritud atormentada de la quinta del sordo siempre ha proyectado su sombra por encima y por dentro de Los golfos, La caza o Elisa, vida mía. Y así.
Desde el primer segundo, la edición número 37 de los Goya se vivió como un homenaje al director fallecido el viernes y el homenaje se hizo carne en cada declaración, cada gesto, cada desliz, que los hubo, cada todo en una gala contenida, insípida y tan pendiente de quedar bien que ni siquiera llegó a quedar mal. Se diría que ni quedó. As bestas,de Rodrigo Sorogoyen, se alzó como la ganadora. Dio cuenta de ello sus nueve estatuillas encabezadas por la que señala a la mejor producción del año. Pero su victoria, y aquí lo relevante, fue un logro compartido con Modelo 77, de Alberto Rodríguez, con Cinco lobitos, de Alauda Ruiz de Azúa, con Cerdita, de Carlota Pereda, con Alcarràs, de Carla Simón, con La maternal, de Pilar Palomero, y con una generación entera de cineastas que delimitan el espacio compartido de un nuevo tiempo, de una nueva forma de mirar desde el compromiso con la verdad, desde la certidumbre de que el cine es también mujer. Y ahí, de nuevo, el gran director que trajo la modernidad al cine español. Bien está, por tanto, que sea Saura, por activa y por pasiva, por acción u omisión, el padrino de lo que viene.
La edición número 37 de los Goya cumplió con los pronósticos donde los había y sorprendió donde no, allí donde decidiera lo que decidiera la Academia tenía que ser sorpresa. Aquí, la brillante, además de muy divertida, intervención en el estrado de Telmo Irureta como actor revelación por su papel en La consagración de la primavera, de Fernando Franco. Así las cosas, As bestas hizo bueno su carácter de favorita. Se llevó los premios que tenía claros y alguno más que no lo estaba tanto. Luis Zahera, en primer lugar, completó la madrugada del domingo un doblete, digamos, chungo. Chungo fue el personaje por el que ganó en 2019 merced a El Reino, también de Sorogoyen, y aún más chungo es el papel que le corona como el actor de reparto más brillante del año, que no chungo. Le siguieron en cascada sonido, fotografía, montaje, música y, en mención muy especial, el guión original firmado por Isabel Peña y el propio director.
Y uno más, por sorprendente. Por potente. Por simplemente grade. No está claro que entrara ni en la categoría ni de previsible ni de sorpresa. El caso es que el coloso, en el más amplio sentido de la palabra, de la interpretación que es Denis Ménochet se llevó el primer Goya español que se entrega a un francés. O, de otro modo, a un no español por interpretar un papel en su mayor parte no hablado en español. O, apurando y por purista, el segundo si incluimos el reconocimiento como revelación que se llevó Nourou, por su trabajo en Adú, de Salvador Calvo, en 2020. Es laberíntico, pero es. Tiempo atrás ganó Benicio del Toro, que es portorricense, pero hablaba en castellano. Ménochet, que en Custodia compartida, de Xavier Legrand, daba mucho miedo, en As bestas da mucha pena. Y ahí, en el mucho, en el esceso, se encuentra entero un actor que simplemente no cabe.
Y otro más porque sí. La dirección para Rodrigo Sorogoyen, ganador por segunda vez, le señala, le distingue y hasta le marca. A él y a su película. De alguna forma, As bestas completa un círculo virtuoso tanto en la filmografía del director como, en un sentido más general, en este nuevo cambio en marcha en el cine español. La cinta posee el nervio enfebrecido de los primeros trabajos del director sin renunciar a una nueva mirada más calmada, honda y clara. Tan enérgica como El Reino tan transparente como Madre. Se trata de un manifiesto estético y también, en su forma de narrar y entender la venganza en un drama rural que es thriller, ético. Esto en lo que se refiere al primero de los círculos. En lo que respecta al segundo, estamos ante una producción seleccionada en Cannes que tiene tanto el gesto del autor como la vocación hacia el público. Es una película que se ha visto fuera, en Francia, y en España. En definitiva, conscientemente o no, se ha convertido en el patrón oro desde el que medir todo lo demás, en el ejemplo a seguir.
Nueve premios Goya en total.
A su lado, Modelo 77,de Alberto Rodríguez, que partía con 16 nominaciones, hizo bueno aquello de acaparar todos los premios considerados técnicos (vestuario, maquillaje y peluquería, efectos especiales, dirección producción y dirección artística). Es decir, cinco. Competía en su afán artesano con, por ejemplo, Los renglones torcidos de dios… y no tuvo rival.
Y al llegar aquí, un lamento que puede ser considerado también queja formal. Se entiende mal que en una gala donde se insistió tanto a lo largo y lo ancho en el papel de la mujer, y se insistió porque realmente así ha sido, los dos millares de académicos no se den por enterados a la hora de la verdad. Que Alcarràs, de Carla Simón, se vaya de vacío es tan significativo como que Pacifiction, de Albert Serra, no aparezca por ningún lado. Mal, muy mal incluso.
Pese a no ganar nada, Carla Simón queda como la responsable de la película que ha devuelto al cine español a los palmarés de los festivales internacionales y que ha hecho visible y clara la irrupción de la mujer. Éste es el verdadero cambio en marcha y a la vez pendiente. La película se quedó sin premio, pero, por su relevancia, permanece a modo de bandera. Detrás de ella, Alauda Ruiz de Azúa, elegida directora novel del año, convirtió a Cinco lobitos en la auténtica revelación de la noche. Para ella fueron además los galardones de las actrices: Susi Sánchez en el reparto y Laia Costa como protagonista. Y luego, Cerdita, de Carlota Pereda, que entró en el palmarés merced a Laura Galán coronada como actriz revelación. Y luego, Un año, una noche, cuyo guión adaptado a tres manos por Fran Araujo, el director Isaki Lacuesta y (por eso la inclusión en este párrafo) Isa Campo. Otra vez: Carla Simón, Alauda Ruiz de Azúa, Pilar Palomero, Carlota Pereda, Isabel Peña, Isa Campo… Nunca visto. Nunca vistas.
Así las cosas, empieza una nueva era. No diga Premios Goya, diga Premios Saura.
Source: elmundo.es