Trump se enfrenta a 37 cargos por los documentos clasificados de Mar-a-Lago | Internacional

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Todos los ojos amanecieron este viernes puestos en el tribunal federal Wilkie D. Ferguson, un edificio de cristal del downtown de Miami, donde el próximo martes han citado a declarar a Donald Trump. Está acusado de siete delitos federales por el manejo de los documentos clasificados que presuntamente se llevó sin permiso al dejar la Casa Blanca en 2021 a su mansión de Mar-a-Lago. El contenido de la acusación, que se desglosa en 37 cargos (una treintena de ellos referidos a retenciones de documentos), se hizo público poco antes de las 14.00 (hora local), tras los llamamientos de algunas voces destacadas del Partido Republicano, con su exvicepresidente Mike Pence a la cabeza, que consideran que la transparencia es la única herramienta posible para ahuyentar las sospechas de que esta, su segunda imputación en tres meses y la primera por delitos federales a un expresidente, esconda una persecución política. Después de todo, la acusación proviene del fiscal especial Jack Smith, nombrado por el Departamento de Justicia, que forma parte de la Administración de Joe Biden. Y a estas alturas, todo indica que Biden y Trump se enfrentarán de nuevo en las elecciones presidenciales de 2024.

Aileen Cannon es la jueza (nombrada por el expresidente) a la que se ha asignado inicialmente la supervisión de un caso que examinará un gran jurado de 12 ciudadanos. Entre tanto, este viernes salió a la luz la transcripción de una grabación de 2021 en la que el magnate admitía que tenía información militar “secreta” en su residencia privada. También, que no la había desclasificado mientras era presidente. “[Entonces] podría haberlo hecho, pero ahora ya no puedo”, dijo durante una reunión, cuyo contenido desveló la CNN.

En la conversación, Trump, que siempre ha defendido que las cajas que se llevó de la Casa Blanca contenían papeles desclasificados, habla de un documento del Pentágono con un plan de ataque a Irán. La transcripción da a entender que el expresidente está mostrando a su interlocutor o interlocutores ese archivo. “Secreto. Esto es información secreta. Mira, mira esto”, dice Trump. “Lo redactaron los militares y me lo dieron”.

El contexto de la charla afecta al jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley. Poco antes de la reunión, la revista The New Yorker había publicado una historia que contaba que en los últimos días de la presidencia de Trump, Milley advirtió a sus colaboradores de que estuvieran alerta, por si Trump emitía órdenes ilegales. Y que si lo hacía, que lo informaran inmediatamente.

La transcripción continúa: “Bueno, [hablando de] Milley. Déjame un segundo. Te mostraré un ejemplo. Dijo que [yo] quería atacar a Irán. ¿No es increíble? Tengo una pila de papeles. (…) Me presentaron esto [los mandos militares], esto es off the record, pero, esto es lo que me presentaron. Él. Esto era del Departamento de Defensa y de él. Estudiamos algunos [documentos]. Fue él. No lo hice yo, lo hizo él [Milley]”. Después, Trump añade: “[Aquí hay] toda clase de cosas. Muchas páginas, mira. Espera un minuto, vamos a ver aquí. Acabo de encontrar esto, ¿no es asombroso? Esto me da la razón del todo. Con la salvedad de que es altamente confidencial. Secreto. Información secreta. Mira, mira esto”.

Otra novedad en el caso fue la imputación, conocida al final de la mañana, de Walt Nauta, que trabajó como chófer militar en la Casa Blanca, antes de seguir al jefe a Mar-a-Lago. Nauta llevaba tiempo en el punto de mira del fiscal especial Jack Smith, después de que se le viera en una grabación de seguridad moviendo cajas en la residencia del expresidente después de que este recibiera un requerimiento en mayo de 2022 para que devolviera todos los documentos sensibles en su poder.

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Un hombre maravilloso

Al anuncio, Trump reaccionó en su red social Truth con uno de sus característicos mensajes, que decía: “Acabo de enterarme de que los ‘matones’ del Departamento de Injusticia acusarán a un hombre maravilloso, Walt Nauta, miembro de la Marina de los Estados Unidos, que sirvió orgullosamente conmigo en la Casa Blanca, se retiró y se pasó a la vida civil como un asistente personal mío. ¡Ha hecho un trabajo fantástico!”.

El expresidente aprovechó ese foro para compartir novedades sobre su estrategia de defensa, de la que pasa a encargarse en este proceso (tiene otros más pendientes; una lista que incluye desde el uso ilegal de fondos de campaña a su papel en el asalto al Capitolio o sus intentos de alterar el resultado de las elecciones de 2020 que declararon vencedor a Joe Biden) el abogado “Todd Blanche, y un bufete que”, dijo, dará “a conocer más adelante”. En el mensaje también agradecía los servicios prestados al anterior equipo legal.

Hasta que se supo de la imputación de Nauta, la mañana siguiente al bombazo de ver por primera vez en la historia a un presidente acusado de delitos federales, la entretuvo la noticia de la designación, aún provisional, de la jueza Cannon, una vieja conocida de la investigación. Elegida para el cargo durante la Administración de Trump, será la encargada de dirigir el caso y de decidir qué pena se aplica a Trump en el supuesto de que los miembros del gran jurado lo hallen culpable. Cannon recibió críticas en septiembre cuando accedió a una solicitud de los abogados de Trump, que pidieron, como parte de una treta para dilatar el proceso, que se nombrara un perito especial que revisara los documentos. Eso suponía impedir que lo hicieran los agentes del FBI. La orden fue anulada por un tribunal de apelaciones.

El expresidente se encuentra preparando la defensa en su club de golf de Bedminster (Nueva Jersey), y se espera que en las próximas horas, tal vez días, tome rumbo hacia su residencia en Mar-A-Lago, situada a unos 110 kilómetros del juzgado. Allí lo esperarán, como es costumbre, unos cuantos de sus más acérrimos simpatizantes.

Este viernes, continuó también la cascada de reacciones. Algunos de sus más conspicuos compañeros de partido, así como rivales en la poblada carrera republicana por hacerse con la designación para las elecciones de 2024, una carrera que Trump domina con holgura, salieron a defenderlo o a atacarlo.

Entre los primeros, destacó Kevin McCarthy, presidente de la Cámara de Representantes y tercera autoridad del país, quien tuiteó: “Hoy es sin duda un día oscuro para los Estados Unidos de América. Es inconcebible que un presidente procese al principal candidato que se opone a él. Joe Biden guardó documentos clasificados durante décadas. Yo, y todos los estadounidenses que creen en el Estado de derecho, apoyamos al presidente Trump ante esta grave injusticia. Los republicanos de la Cámara responsabilizarán a esta descarada instrumentalización política de la justicia”.

Entre los segundos, Asha Hutchinson, exgobernador republicano de Arkansas y contrincante del expresidente en la carrera hacia la Casa Blanca, argumentó en un comunicado: “Si bien Donald Trump tiene derecho a la presunción de inocencia, el proceso penal en curso será una gran distracción. Lo cual reafirma la necesidad de que abandone sus aspiraciones presidenciales”.

Nada indica que lo vaya a hacer. La ley no se lo prohíbe, ni aunque acabara entre rejas. Además, tras conocerse la imputación, lanzó otra de sus exitosas campañas de recaudación. La última vez en la que pasó por un trámite como el que le espera el próximo martes en Miami le sirvió para destacarse en las encuestas entre electores republicanos como el candidato favorito para la designación de su partido, con diferencias de dos dígitos porcentuales sobre su más directo competidor, Ron DeSantis, gobernador de Florida.

Fue el pasado mes de abril en Nueva York. Entonces le imputaron 34 cargos de falsedad derivados de tres pagos para ocultar sendos escándalos (sobre todo, por una aventura extramatrimonial con la actriz porno Stormy Daniels) en la campaña de 2016. Un juez de Nueva York ha fijado para el 25 de marzo de 2014 el inicio de ese juicio. Está previsto que esta vez suceda algo parecido, y el proceso se dilate durante meses, tal vez más de un año.

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