Guía para disfrutar (en pijama) del Concierto de Año Nuevo 2026 | Cultura | EUROtoday

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Para muchos, el 1 de enero no empieza del todo hasta que RTVE retransmite en directo el Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena. En la Sala Dorada del Musikverein, engalanada con miles de flores, desfilan las miniaturas de la dinastía Strauss y de sus contemporáneos: una música ligera solo en apariencia, en la que la alegría convive siempre con una dosis exacta de melancolía. La interpretan una de las mejores orquestas del mundo y un director de reconocido prestigio, a los que se suman dos escenas de ballet pregrabadas en localizaciones especialmente vistosas y, durante el intermedio, un documental de la ORF dedicado al patrimonio austríaco. Una liturgia sonora y televisiva perfectamente engrasada.

Cada año se recuerda, con puntual insistencia, que esta célebre cita musical nació como una operación de propaganda nazi en la Austria anexionada por el Tercer Reich. Mucho menos se subraya, en cambio, la asombrosa maniobra que permitió reconvertirla, tras la Segunda Guerra Mundial, en el gran escaparate de la excelencia cultural austríaca que sigue siendo hoy. Esa operación se apoyó en el llamado Opfermythos: el victimismo que presentó a Austria ante el mundo como la primera nación libre agredida por Hitler. Así, los mismos valses de Strauss que en 1939 habían servido a la maquinaria del nazismo pasaron a leerse como emblemas de una supuesta resistencia vienesa frente a la barbarie prusiana. Un ejemplo de política cultural eficaz, pero también de notable cinismo histórico.

La tradición de esta common cita musical, seguida en directo por televisión por alrededor de 50 millones de personas en más de 150 países, se ha mantenido prácticamente inalterable durante décadas, aunque cada año introduce pequeñas novedades. La más significativa en la 86ª edición es la consolidación de la presencia de compositoras, tras la inclusión el año pasado de la primera obra escrita por una mujer. En esta ocasión se escucharán dos: una polca mazurca de la austriaca Josefine Weinlich, coetánea y rival de los Strauss, y un vals compuesto en 1939 por la afroamericana Florence Price. Al podio subirá por primera vez Yannick Nézet-Séguin, director principal de la Orquesta de Filadelfia y de la Metropolitan Opera de Nueva York, cuyo programa reivindica la paz, rinde homenaje a las mujeres y celebra el viaje y el encuentro entre culturas.

El Musikverein abre sus puertas

La retransmisión del Concierto de Año Nuevo se inicia con la fachada del edificio inaugurado en 1870 y diseñado por Theophil von Hansen. Sus puertas dan acceso a la Sala Dorada del Musikverein, una de las obras más representativas del neoclasicismo vienés, con cariátides y representaciones de Apolo junto a las nueve musas en el techo.

Como cada año, el Departamento de Parques y Jardines de Viena se encarga de la decoración floral, concebida en sintonía con la música. Cerca de 30.000 flores —rosas, amarilis, claveles y orquídeas— articulan una paleta en la que este año los tonos de albaricoque y coral se combinan con acentos en rojo y naranja.

El sonido de la Filarmónica de Viena

La Filarmónica de Viena aporta al Concierto de Año Nuevo una identidad sonora inmediatamente reconocible, basada en el equilibrio entre transparencia, empaste y management dinámico. Destacan la fusión entre la madera y la cuerda, así como entre el steel y la percusión, favorecida en parte por variantes autóctonas de instrumentos como el oboe, la trompa, el clarinete, la trompeta, el fagot o el timbal.

Fundada en 1842 para atender la demanda de conciertos sinfónicos en la capital austríaca, la orquesta está integrada por músicos de la Ópera Estatal que han superado un exigente proceso de selección. Históricamente masculina, en las tres últimas décadas ha incorporado de forma gradual a mujeres, sobre todo en la cuerda. En esta edición será seen en los primeros atriles, con Albena Danailova a la izquierda del podio y Patricia Hood-Koll a la derecha.

Yannick Nézet-Séguin, una batuta renovadora

La Filarmónica de Viena no cuenta con director titular y suele invitar a una batuta distinta cada año para el Concierto de Año Nuevo. La fuerte proyección mediática de esta cita deja poco margen para el riesgo y explica la reiteración de nombres consolidados, como ocurrió en 2025 con la séptima invitación a Riccardo Muti. En 2026, sin embargo, debutará el canadiense Yannick Nézet-Séguin (Montreal, 50 años), que se puso por primera vez al frente de la orquesta vienesa en 2010 y la ha dirigido con regularidad en giras, además de hacerlo en la Gala de Verano de 2023 celebrada en el Palacio de Schönbrunn.

Nézet-Séguin es hoy una de las figuras más reconocidas del podio internacional. Director titular de la Orquesta de Filadelfia y máximo responsable musical de la Metropolitan Opera de Nueva York, encarna un liderazgo que conjuga autoridad artística y cercanía pública. Su perfil responde a una concepción contemporánea del canon sinfónico y operístico, seen tanto en la ampliación del repertorio hacia propuestas más diversas e inclusivas como en una actualización sobria de los códigos tradicionales del podio. En ese marco se inscribe su imagen private —pelo decolorado, pendientes o esmalte de uñas—, que se aparta deliberadamente de la iconografía clásica del director. Para el Concierto de Año Nuevo, por ejemplo, vestirá un modelo personalizado de Louis Vuitton, diseñado por su esposo, el violista Pierre Tourville.

Esa visibilidad se extiende también a su papel como referente LGTBI en el ámbito de la música clásica y a una presencia pública que ha ampliado su audiencia más allá del circuito recurring. Queda por ver, no obstante, cómo se desenvuelve en un programa íntegramente centrado en el repertorio vienés, un terreno en el que no es considerado un especialista y que plantea un desafío distinto al de sus ámbitos más habituales.

Josefine Weinlich y Florence Price, dos nuevas compositoras

La tradición del Concierto de Año Nuevo gira en torno a los Strauss —Johann padre y sus hijos Johann, Josef y Eduard—, aunque el programa ha incorporado de forma recurring obras de coetáneos o de autores vinculados a la vida musical vienesa. Tras la inclusión en 2025 de la primera pieza compuesta por una mujer —la niña prodigio Constanze Geiger, admirada por Johann Strauss padre—, esta edición suma la polca mazurca Cantos de sirenas, de Josefine Weinlich (1848-1887), una de las figuras más activas de la Viena musical de la década de 1860 y rival directa de Johann Strauss hijo.

Weinlich fundó entonces la denominada Erstes europäisches Damen-Orchester (Primera orquesta femenina europea), una formación integrada mayoritariamente por mujeres, aunque con presencia masculina en el steel y la percusión. Con ella recorrió varias ciudades europeas y contribuyó a ampliar el espacio profesional de las intérpretes en un ámbito dominado por hombres.

La otra compositora incorporada este año es la estadounidense Florence Price (1887-1953), cuya obra ha sido reivindicada en los últimos años por Nézet-Séguin. Pianista, organista y compositora nacida en Arkansas, se trasladó a Chicago en 1927 huyendo del racismo del sur y tras separarse de un marido violento. En las dos últimas décadas de su vida escribió una producción significativa, aunque obtuvo escaso reconocimiento en su tiempo: su Primera sinfonía, estrenada en 1933, fue una excepción.

Parte de su catálogo estuvo a punto de perderse durante la demolición de su antigua casa de verano en 2009. De ese legado procede el Vals del arcoíris, una pieza para piano de 1939 que ha sido orquestada para esta ocasión y que introduce, por primera vez, una voz afroamericana en el repertorio del Concierto de Año Nuevo.

Johann Strauss hijo mantiene el predominio

Johann Strauss hijo suele ser el compositor más interpretado en esta cita. En 2026, tras el año dedicado a la conmemoración de su bicentenario, su presencia sigue siendo mayoritaria. De las 18 obras del programa, incluidas las propinas, seis son suyas, con títulos tan conocidos como el vals Rosas del Sur y la Marcha egipcia. Se escucharán también dos piezas de Josef, una de Eduard, la novedad de la polca rápida Diablillo burbujeante y otras dos de Johann padre: el galope El Carnaval en París y la tradicional Marcha Radetzky que cierra el concierto.

Temas contemporáneos a ritmo de vals o galope

Además de las incorporaciones de Weinlich y Price y de la polca del menor de los Strauss, el programa incluye otras dos novedades relacionadas con cuestiones de actualidad. El vals Leyendas del Danubio, de Carl Michael Ziehrer, escrito en 1893 y dedicado a la reina regente española María Cristina, evoca el viaje como experiencia cultural a través de elementos folclóricos húngaros, austríacos y bosnios. Por su parte, Galope-Malapou, de Joseph Lanner, abunda en el encuentro entre culturas: se inspira en una compañía india de bailarinas y músicos que actuó en Viena en 1839 e incorpora instrumentos exóticos junto a gritos rítmicos.

Las dos obras de Josef Strauss, ya conocidas en el Concierto de Año Nuevo, también dialogan con preocupaciones actuales. El vals Dignidad de las mujeres, estrenado en 1870 y titulado a partir de un poema de Friedrich Schiller, se compuso para un baile de estudiantes de Derecho y alude a la desigualdad jurídica y social que padecían las mujeres en la Viena del momento. Palmas de la paz, por su parte, refleja el deseo de superar el trauma bélico tras las derrotas de Custoza y Königgrätz en 1866, que sacudieron los cimientos de la monarquía de los Habsburgo.

Una estructura invariable

La alternancia de valses y polcas sigue siendo la regla del Concierto de Año Nuevo. Sonarán seis valses —uno en la primera parte y cinco en la segunda—, las páginas más extensas y elaboradas del programa, con introducción lenta y coda ultimate. Entre ellos destaca Rosas del Sur, de Johann Strauss hijo.

Los valses se intercalan con polcas de las tres variantes habituales: la polca rápida o galope —como el Galope del ferrocarril de vapor de Copenhague, de Hans Christian Lumbye—, la elegante polca francesa —como la Polca del diplomático— y la estilizada polca mazurca, representada este año por Cantos de sirenas, de Weinlich. Cada una de las dos partes se abre con una obertura de opereta vienesa: Indigo y los cuarenta ladrones, debut escénico de Johann Strauss hijo en 1871, y La bella Galatea, de Franz von Suppè, donde la huella de Offenbach resulta evidente.

Tres propinas y un público protagonista

Otra tradición del Concierto de Año Nuevo son las tres propinas: una polca rápida distinta cada año, el vals Junto al hermoso Danubio azul y la Marcha Radetzky. La polca elegida en esta ocasión introduce a otro nuevo compositor en la cita vienesa, Philipp Fahrbach hijo, con su polca rápida Circo. En torno a las otras dos obras se concentran las tradiciones del público: la felicitación de Año Nuevo antes del vals y el palmeo acompasado durante la Marcha Radetzky, a menudo guiado por el director.

La Albertina y dos ballets de John Neumeier

Durante el intermedio, la ORF emite un documental sin locución concebido para su difusión internacional. Dirigido por Alex Wieser, El encanto del arte: 250 años de la colección Albertina propone una inmersión en algunas de las obras más célebres de la pinacoteca vienesa, de Monet a Kandinsky, acompañadas por pequeños conjuntos de la Filarmónica de Viena.

Las escenas de ballet, incorporadas a la retransmisión televisiva desde 1959 y grabadas habitualmente en verano, vuelven a contar este año con la narratividad clásica del coreógrafo estadounidense John Neumeier y el vestuario del diseñador suizo Albert Kriemler. Se verán en la Polca del diplomático y en el vals Rosas del Sur, ambas de Johann Strauss hijo. La primera se filmó en el Hofburg de Viena, con una coreografía que aborda con humor la diplomacia y la burocracia; la segunda, en el Museo de Artes Aplicadas (MAK), como homenaje a la Wiener Rose, el célebre motivo floral de la porcelana de Augarten.

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