Los hogares españoles no ignoraban que las Navidades inflacionistas les supondrían un sobrecoste. Los alimentos llevaban ocho meses encareciéndose con subidas de doble dígito, y diciembre, justo el mes de mayor consumo, no ha sido una excepción. Este viernes, el Instituto Nacional de Estadística ha puesto números al repunte de los precios: la inflación en el último mes del año fue del 5,7%, una décima menos que la anunciada hace dos semanas, gracias al descenso de los precios de la energía, y la tasa más baja desde noviembre de 2021. La cifra reduce en 1,1 puntos la inflación de noviembre, sin embargo, se enquista el problema de la subida en el precio de los alimentos y bebidas no alcohólicas: se incrementaron un 15,7% frente al mismo mes del año pasado, un ritmo superior al 15,3% registrado en noviembre, y su máximo desde el comienzo de la serie en 1994.
La estadística continúa, por tanto, su dinámica de cara y cruz: la inflación se ha desinflado más de cinco puntos en cinco meses, los que lleva desacelerándose de forma consecutiva desde que en julio tocara máximos en el 10,8%. Eso ha situado a España como el país de la UE con la inflación más baja al cierre de 2022, y los dobles dígitos parecen haber quedado definitivamente atrás. La cesta de la compra, en cambio, se resiste a ceder, y ha convertido el alza de los comestibles en el gran asunto por resolver, llenando el lugar que antes ocupaban los precios de electricidad y carburantes, ahora a la baja en medio de un invierno de temperaturas suaves, fuerte tirón de las fuentes renovables y caídas del crudo en los mercados internacionales.
La vicepresidenta económica, Nadia Calviño, cree que se trata de un dato favorable. “Está claro que la inflación ha bajado muy rápidamente, hemos terminado el año muy por debajo de la zona euro y la UE, y tenemos que seguir en esta línea en 2023″, ha dicho en una entrevista en Radio Nacional de España.
Un fenómeno estadístico favorable, el denominado efecto base, ha ayudado también a empujar a la baja la inflación de diciembre debido a que en el mismo mes de 2021 se registró la tasa de inflación más alta del año pasado, el 6,5%, con lo que al hacer la comparación con diciembre de 2022 desde ese punto de partida, resulta más difícil que se produzcan encarecimientos adicionales.
En la lista de contratiempos aparece la inflación subyacente, que excluye la energía y los alimentos frescos por su volatilidad, y sigue sin relajarse: sube al 7% por el alza de los precios del vestido, el calzado y los alimentos, siete décimas más que en noviembre. Otra estadística que sirve para hacerse una idea del impacto de las subidas de precios en el año recién terminado es la inflación media, que cierra 2022 en el 8,3%, la tasa más elevada desde 1986, hace 36 años.
Si se observa la lista de productos del INE, las mayores subidas en diciembre frente al mismo mes de 2021 las registran el azúcar (50,6%), la misma tasa en que se encarece la partida de otros aceites, la mantequilla (42,3%), los combustibles líquidos (41,7%), la leche entera (37,3%), la desnatada (37,2%), las harinas y otros cereales (36,8%) y el aceite de oliva (35,2%).
El relevo a la cabeza de la lista de inquietudes, ahora copada por los alimentos, se escenificó al comenzar el año, cuando el Gobierno retiró el descuento de 20 céntimos por litro a la compra de combustible por parte de particulares, pero a su vez eliminó hasta junio el IVA superreducido del 4% que se pagaba por alimentos básicos como el pan, la leche, el queso o los huevos, y rebajó del 10% al 5% el de la pasta y los aceites, incluyendo el de oliva. Hay que recordar, por tanto, que el dato de inflación publicado este viernes, correspondiente a diciembre, no recoge esas rebajas del IVA, que empezarán a notarse en la próxima estadística, la que computa lo ocurrido en enero.
¿Cuánto logrará moderar la inflación esa medida? Miguel Cardoso, economista jefe para España de BBVA Research, tiene sus propios cálculos. “Entre tres y cuatro décimas sería el impacto máximo, pero es más probable situarlo alrededor de unas dos décimas, dado que de la misma manera que las empresas no han trasladado todo el incremento de costes a precios, es de esperar que tampoco trasladen ahora la reducción de impuestos”.
La organización de consumidores Facua ya ha actuado contra la tentación de no aplicar la norma, denunciando a siete cadenas de supermercados que según su análisis no han trasladado correctamente el descuento a sus productos, pero vigilar su aplicación en miles de pequeños comercios es prácticamente imposible.
Ángel Talavera, economista jefe para Europa de Oxford Economics, cree que el Gobierno ha optado por la bajada del IVA porque es una forma de bajar la inflación de manera inmediata. “Imagino que es lo que busca el Gobierno, sobre todo estando en año electoral”. En su opinión, puede ser eficaz para aliviar la escalada de los alimentos, pero comporta tres problemas. “Requiere que los comercios traspasen esta rebaja al precio final, es una medida regresiva, y tiene un coste fiscal en un momento donde la sostenibilidad de las cuentas públicas vuelve a ser cada vez parte más importante en el debate económico”, argumenta.
El analista Juan Carlos Higueras, profesor de EAE Business School, es escéptico sobre la aplicación del impuesto. “Como sabían que tenían que bajar el IVA el 1 de enero, algunos subieron precios antes para luego rebajar ese IVA, así aumentan márgenes a pesar de que dé la sensación de que se está aplicando”, afirma.
Opina, por tanto, que la rebaja del impuesto no será decisiva para contener la inflación alimentaria, un problema también presente entre los socios europeos. “Los precios de los alimentos van a seguir subiendo con IVA o sin él. Hay muchos intermediarios en la cadena de aprovisionamiento que aprovechan para sacar margen, problemas de suministro, y unas expectativas de inflación que empujan a los empresarios a anticiparse para que sus márgenes no se resientan. ¿Algún empresario espera acaso que no suba este año el coste salarial?”, se pregunta.
El efecto opuesto a la rebaja del IVA a los alimentos puede producir el fin de la bonificación de 20 céntimos al litro del combustible para los conductores particulares. La propia vicepresidenta Calviño admitió días atrás que puede causar repuntes puntuales en la inflación, aunque este viernes advirtió de la dificultad de hacer predicciones dadas las enormes fluctuaciones del petróleo y el gas en los mercados internacionales. Entre los inversores predomina la incertidumbre sobre cómo afectará a la demanda la reapertura de la economía china tras finiquitar su política de covid cero, o qué decisiones tomará la OPEP sobre la producción de crudo.
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