El último vuelo del ‘Jumbo’: Boeing pone fin al legendario modelo 53 años después de su primer servicio

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Atlas Air recibe la unidad 1.574 del 747, avión que en la actualidad había quedado relegado a vuelos de transporte y de personas importantes. Por ejemplo, el presidente de Estados Unidos

El último modelo del Boeing 747 abandona las instalaciones de la compañía en Everett, estado de Washington.AFP

El primer viaje de un Boeing 747, el 22 de enero de 1970, no empezó muy bien. Lo hizo con retraso, debido a un problema mecánico. Era como si el avión quisiera jugarle una última mala pasada al mayor fabricante aeroespacial del mundo. Boeing, cuyo presidente, William Allen, se había jugado literalmente la empresa para sacarlo adelante al apostar por un avión que, según sus críticos, era obsoleto en el momento de su nacimiento, y que había costado a la compañía una fortuna tal que la supervivencia del proyecto estuvo en mas de una ocasión en peligro.

Nadie pensaba entonces que la última unidad de ese avión sería entregada el 31 de enero de 2023. Entre otras cosas, porque en 1970 se daba por hecho que todos los aviones del futuro serían, en el peor de los casos, supersónicos, y en el mejor, naves espaciales para viajar a otros planetas.

Han pasado 53 años, 7 meses y dos días, y el último Boeing 747, apodado en su época de gloria de los setenta Jumbo (que significa enorme) y, también, Reina del Cielo fue entregado ayer a la aerolínea de transporte neoyorquina Atlas Air. Era la unidad número 1.574 de este gigante de los cielos que ha marcado la historia de la aviación civil y que es, de hecho, el octavo avión de pasajeros con más naves construidas además de, posiblemente, el más elegante gracias a su particular configuración que le hace tener una especie de cabeza en la proa. No tiene, por lo tanto, el aspecto de supositorio gigante de sus rivales.

Así que la compañía, que no ha logrado dejar atrás el desastre del Boeing 737 MAX, no ahorró en gastos. La ceremonia de entrega del aparato fue retransmitida en streaming a través de internet, y también replicada por varias cadenas de televisión estadounidenses. Porque, aunque desde hace dos décadas el 747 es utilizado fundamentalmente como avión de carga -Atlas Air, de hecho, es el mayor operador de estos aparatos, con un total de 55 unidades- la inconfundible silueta del avión es un símbolo de la industria del transporte aéreo.

El Jumbo, como todavía muchos lo siguen llamando, se convirtió en uno de los productos más rentables de Boeing. Pero lo hizo contra pronóstico. Su nacimiento fue fruto de una conversación casual, cuando el fundador de la aerolínea PanAm, Juan Trippe, desafío a Allen a que hiciera un avión mucho más grande que el Boeing-707, entonces el mayor aparato de transporte de pasajeros existente. En poco más de dos años, Boeing lo había conseguido.

Fue una apuesta arriesgada. Tres semanas después de que el 747 hiciera su primer vuelo de prueba, el Concorde francobritánico hacía lo propio. Boeing había ganado un contrato del Estado de EEUU para desarrollar un avión de pasajeros supersónico, el Boeing 2707, y hasta la Unión Soviética había entrado en la carrera de los jets de pasajeros supersónicos con su Tupolev-144. Apostar por un avión como el Jumbo era, para sus críticos, ir a contracorriente.

Pero la historia se puso del lado de Boeing. El Tu-144 solo estuvo tres años en servicio, hasta que uno de ellos explotara sobre París en 1978. Y el proyecto de Boeing, el 2707, ya había sido cancelado en 1971 cuando el Estado de EEUU, con muy buen criterio, decidió dejarlo sin subvenciones. El 747, sin embargo, no tuvo pista libre tampoco entonces. En 1973, la crisis del petróleo supuso un golpe a la aviación comercial, y limitó las expectativas de ventas de la nueva aeronave.

Claro que para entonces ya estaba claro que el Jumbo era el líder de los vuelos transoceánicos, especialmente después de que el DC-10, lanzado a toda prisa por McDonell Douglas para competir con él, se convirtiera en fuente de titulares de horror por sus accidentes. La caída del precio del petróleo en 1986, y la llegada del Boeing 747-400, en 1989, con nuevos materiales que le permitían una mayor autonomía, abrió la ruta del Pacífico al avión justo en el momento en el que las economías dinámicas de Asia -los entonces llamados dragones- se abrían al resto del mundo.

Pero, para entonces, el ocaso del 747 estaba, también, siendo escrito. Nuevos materiales y motores más eficientes estaban permitiendo que aviones con solo dos motores pudieran cruzar el Atlántico. El Jumbo quedó, así, relegado a avión de transporte. Y, también, de personajes importantes. De hecho, nada mejor para apuntalar su legado que el hecho de que el próximo Air Force One será, también, un 747.

Source: elmundo.es

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