Quién es Jedet, la actriz agredida en los Premios Feroz: Veneno y Romancero gitano en una sola vida

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La actriz representa todos los desafíos de nuestra época mezclados con la tradición irónica de la vieja cultura trans

La actriz Jedet.Foto: JAVIER BARBANCHO

Cuando, dentro de 30 años, alguien se proponga escribir una película o una serie que trate sobre 2023, el tipo de cosas de las que se hablaba en el debate público, sobre el tipo de vidas que idealizábamos ingenua o maliciosamente, el tipo de lenguaje que empleábamos… seguro que ese alguien encuentra inspiración en Carmen Jedet Izquierdo Sánchez, la actriz que denunció al productor Javier Pérez Santana por una presunta agresión sexual en la fiesta de los Premios Feroz del sábado pasado.

El cuestionamiento de los géneros, el desafío a las formas tradicionales de prestigio social y cultural (de privilegio), el exhibicionismo emocional y la sinceridad radical, un poco abrumadora a veces, la mezcla de un vocabulario académico, tomado de las ciencias sociales, con una actitud conscientemente arrabalera, la sexualidad desinhibida y a la vez agraviada, la romantización de una vieja cultura popular de matronas y gays deslenguados de barrio, la exposición de lo personal como manifiesto político, los mensajes de Instagram sobre la depresión y sobre la hostilidad del mundo… Todo nuestro mundo está en Jedet, todos nuestros tópicos están desmentidos y a la vez confirmados en su historia.

Las entrevistas con la actriz de Veneno son abundantes y locuaces, pero también son esquivas a su manera. ¿De dónde salió Jedet?

Su nombre se hizo famoso con Veneno, la serie sobre la vida de Javier Calvo y Javier Ambrossi sobre la vida de Cristina Ortiz, La Veneno, la vedette que se convirtió en los años 90 en una de las primeras personas trans en aparecer regularmente en la televisión española. En esa época, Jedet tenía 28 años, estaba aún a medias en una transición tardía y llevaba en su currículo un par de episodios en Paquita Salas y algunas canciones grabadas como King Jedet (por las que perdió el interés pronto).

Había alcanzado popularidad en las redes también y tenía un libro publicado, Mi último regalo, que era, básicamente, un relato de amor y desamor adolescente enriquecido con algunas píldoras de hiperrealismo urbano. Algo más sentimental que desafiante.

De antes del mito los detalles son pocos: Jedet nació en Girona, creció en Polícar, un pueblo de Granada que alguna vez retrata como un escenario roussoniano y tuvo una temprana conciencia de disforia social. “Cuando una niña trans vive en el cuerpo de un niño, lo sabe perfectamente. “¿A que tú con seis años no pensabas si eras un niño o una niña? Pues yo estaba atormentada cada día de mi puta vida y me quería morir porque no entendía por qué estaba viva y tenía que estar en el mundo siendo un niño y sin poder ser como mi prima, que es lo que yo era”, dijo en una entrevista en EL MUNDO. Después, la actriz viajó a Madrid, estudió en algun momento Arte Dramático.

Veneno dio con la tecla del momento: true story, hiperyo y herida. Y Jedet parecía nacida para ese papel, como de un Romancero gitano moderno. Cuando le tocó salir a la escena pública, la actriz amplió su personaje, pero, en el fondo, conservó su esencia más popular y arrabalera que intelectualizada. La Jedet que aparece en las entrevistas no está en Euphoria sino en La ley del deseo. Habla de Dios, saca a toreros y curas en los vídeos de sus nuevas canciones, lleva la palabra maricón tatuada en el brazo, relata con ingenuidad historias de drogas y de amores desgarrados… Emplea la palabra choni para referirse a sí misma y se retrata mil veces vestida de cabaretera. No se presenta como una persona intersexual o asexuada, como alguien que, desde las nuevas élites intelectuales, socave el mundo convencional con su sexualidad. La imagen de Jedet es más sencilla, es la una mujer trans a la antigua, heredera de la tradición irónica de los viejos travestis.

Sí: Jedet emplea también el lenguaje de la ética woke, pero a menudo se desmarca de sus portadores. Se dice de izquierdas pero explica que sus izquierdas son más obreristas que académicas, que viene de su abuela, no de Judith Butler. Más de pueblo de Andalucía que de excursión por Manhattan. Más de pelearse en una fiesta por sus heridas que de aliarse al poder aliado con el que ha tenido algún encontronazo sonado. Dentro de 30 años, ¿cómo la verán los espectadores de nuestro tiempo?

Source: elmundo.es

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