Zelenski en Bruselas: “Ucrania está ganando y vamos a ser parte de la UE”

“Estoy aquí para defender nuestra forma de vida. Los ucranianos de todas las edades y convicciones políticas, de todo estatus y religión, todos comparten la misma historia europea y quieren la forma de vida europea que Rusia trata de destruir. Nos estamos defendiendo de la fuerza más antieuropea del mundo moderno, pero Ucrania ganará, está ganando (…) El destino de Europa nunca ha dependido de los políticos. Todos y cada uno de nosotros importamos. Todos y cada uno de ustedes son fundamentales para el resultado final y por ello quiero darles las gracias. Ucrania está ganando y vamos a ser parte de la UE”. Con este mensaje se ha dirigido este jueves el presidente Volodimir Zelenski al pleno de la Eurocámara.

Podía haber hablando de armas, de munición o de tanques. Podía haber hablado de aviones de combate y de los suministros que necesita. Podría haber hablado de la muerte y destrucción, o de los crímenes rusos, pero Zelenski ha escogido hablar de valores, de vida, de caminos compartidos, de esa forma común de entender y mirar al mundo. Del futuro. Ha hablado de lo que tenemos en común, haciendo que su causa sea la de cientos de millones de personas. Y ha logrado una de las ovaciones más sentidas en la historia de la Eurocámara y de Bruselas.

Hay dos Zelenskis. El de antes y después de tomar la palabra. El primero es tímido, discreto. No transmite la presión abrumadora a la que está sometido, pero muestra su vulnerabilidad. Trata de ser espontáneo y cercano, como con la periodista de la BBC ucrania a la que abrazó en Londres con soltura, pero al mismo tiempo parece fuera de lugar entre mandatarios y protocolos, con unos códigos y lenguajes que no tuvo tiempo siquiera de dominar antes del estallido de la guerra. El segundo, ante los focos, es completamente diferente. Domina la cámara, la presencia, el tono. Se siente cómodo, en su mundo, y ahí se ha demostrado imbatible durante 12 meses de bombas, muerte y destrucción.

Su discurso de hoy no ha sido el más brillante, el más épico. No será el más célebre ni el más citado, pero su visita es una de esas que sin duda alguna quedarán registradas en la historia.

“Ucrania lucha no solo por sus valores, sino los nuestros, por nuestros ideales por nuestros hermanos y hermanas. Ucrania es Europa y el futuro de su nación es en la Unión Europea. Sabemos el sacrificio que sus ciudadanos están haciendo por Europa y lo honraremos. El proceso de acceso más rápido posible y la UE debe considerar, lo más rápido, el envío de sistemas de larga distancia y los aviones que su país necesita. Nuestra respuesta debe ser proporcional a la amenaza, y la amenaza es existencial”, ha afirmado la presidenta de la Eurocámara, Roberta Metsola, en un momento en el que el continente se plantea dónde está el límite en el apoyo militar.

Escribe David Allen Green que hay diferentes tipos de persuasión política y jurídica. Una forma es defender tu causa de la forma más positiva identificando los valores, creencias y prejuicios de tu público y diciéndoles lo que quieren escuchar. Otra forma es la ‘negativa’, advirtiendo de las consecuencias de no hacer algo, forzando o ‘coaccionando’ a la audiencia para que te siga la corriente.

Pero hay una tercera, quizás la más difícil, que es lograr que el público “se sienta intelectualmente o emocionalmente incómodo si se posiciona en tu contra” y escoja una vía que no le resulta agradaba o que de otra forma nunca elegiría. En los últimos 12 meses, Volodimir Zelenski ha demostrado ser muy bueno en las dos primeras artes de persuasión, pero un auténtico maestro en la tercera. Lo que convierte a un buen abogado en uno extraordinario, dice Greene, “no es tanto hacer que una persona esté de acuerdo contigo, sino hacer que sea muy difícil estar en desacuerdo”. Y casi nadie está hoy en desacuerdo con Kiev, incluso estándolo.

Desde febrero del año pasado, Zelenski ha hecho que discrepar o no seguirle sea un problema enorme para países y políticos de todas las latitudes, familias políticas y corrientes ideológicas. Su causa está muy clara, la supervivencia de su país, y su estrategia también: “armas, armas, armas”.

Europa y EEUU, incómodas desde el primer día con la idea de ayudar militarmente a un enemigo de Rusia, su vecino y enemigo más poderoso, han ido superando paso a paso todas las líneas rojas. De querer enviar sólo cascos y equipos médicos, como Alemania en un principio, a desplegar baterías antiaéreas y cientos de tanques Leopard. Lo que era impensable ayer a ser hoy lo mínimo. Kiev pide en este momento aviones de combate y aunque la respuesta inicial ha sido que no, tanto en Washington como en Londres y Bruselas, pocos apostarían fuerte contra la voluntad del presidente ucraniano.

Zelenski llegó el miércoles a Londres, cenó en París con Emmanuel Macron y Olaf Scholz y ha llegado esta mañana a Bruselas para dirigirse a las instituciones comunitarias. Primero en un esperadísimo discurso ante el pleno de la Eurocámara y después ante el Consejo Europeo, los jefes de Estado y de Gobierno de los 27.

Zelenskimanía

Tras seis intervenciones por videoconferencia, y tras celebrarse justo hace una semana una cumbre en Kiev con la presencia del Colegio de Comisarios y los presidentes de las instituciones europeas, el líder ucraniano aceptó por fin la invitación y ha acudido en persona, en su segunda salida del país tras estar en diciembre en Washington. Los líderes lo han recibido con los brazos abiertos, cambiando completamente el guion de una cumbre que iba a dedicarse sólo a cuestiones económicas y de emigración, materias ahora totalmente eclipsadas.

La ‘zelenskimanía’ ha quedado clara. Los pasillos y tribunas del Parlamento Europeo han estado llenos con cientos y cientos de trabajadores y periodistas apilados esperando cruzarse con el hombre que simboliza la resistencia de un pueblo ante la invasión. La cámara, hasta la bandera. Los jefes de Estado han cambiado incluso la agenda y la coreografía del día, programando una pausa de dos horas para que todos puedan verse con “el invitado especial“, la forma en la que las autoridades se han referido hasta el último minuto por cuestiones de seguridad, tras ser muy criticadas por la filtración de la visita.

El Consejo Europeo decidió repartir a los líderes en grupos pequeños para varias citas bilaterales. El presidente Español, Pedro Sánchez, está incluido en el primero, con la presidencia sueca, Italia, Polonia, Rumanía y Holanda, según fuentes de Moncloa.

Fuentes diplomáticas y de las instituciones restaban ayer importancia al hecho de que Zelenski visitara antes Londres que Bruselas y que se viera con el Parlamento, el primer ministro y el rey. Muchos creen que la capital comunitaria debía haber tenido prioridad, por el volumen de ayuda, por las sanciones a Rusia, porque son 27 y porque es a la UE a la que Ucrania ha pedido incorporarse.

“Bastante es que haya podido salir. Estando en guerra lo que menos importa es la secuencia”, decían ayer en los equipos de Charles Michel y Ursula von der Leyen. No era lo esperado, pero sí comprensible, apuntaban. Más difícil fue meter en esa coreografía la cena con Macron y Scholz en París, prácticamente improvisada en el último momento, sin grandes actos protocolarios y a horarios muy tardíos.

“Inoportuna. Nuestra fuerza debe ser la unidad”, criticó a su llegada la italiana Giorgia Meloni, expresando en voz alta lo que muchos otros piensan. Si lo de Reino Unido era una cosa, que haya primus inter pares entre los 27 duele más. Sobre todo cuando Michel y Von der Leyen esperaban anoche al ucraniano, y habían desplegado ya sus equipos diplomáticos par recibirlo por la tarde noche.

No hemos hablado de aviones de combate“, ha asegurado Macron. “Debemos priorizar las entregas útiles y urgentes y no los compromisos que llegarían más tarde”, ha dicho el galo sobre el armamento indispensable para frenar la nueva ofensiva rusa. “Rusia está reuniendo a sus soldados en el área de Donbás, Ucrania necesita la ayuda ahora, no podemos esperar”, arengó el líder letón, Krijnis Kari, sin cerrar la puerta a la idea de suministrar cazas, que por otro lado requieren un entrenamiento muy específico y lento. “”El precio sube con cada retraso, con cada vacilación, y eso podría acelerar el proceso”, ha añadido la estonia Kaja Kallas, instando a mandar una “señal clara” a la industria de defensa europea para que produzca más armas y munición, y abogando por “usar un mecanismo similar al que usamos con las vacunas”, cuando la UE lideró la negociación en nombre de todos los contratos con las grandes firmas.

Source: elmundo.es

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