La economía española estaba aguantando con una robustez sorprendente el shock energético, la inflación y la incertidumbre generada por la guerra en Ucrania. Además, las presiones inflacionistas estaban dando al fin las primeras señales de que podían ceder. Y todo ello estaba llevando a los analistas a revisar al alza sus previsiones. En ese contexto, el Banco de España ha mejorado este miércoles su proyección de crecimiento para este año hasta el 1,6% frente al 1,3% que preveía en diciembre. Y también recorta en 1,2 puntos su pronóstico de inflación media anual hasta el 3,7%. Sin embargo, en el horizonte se perfila otra amenaza que sortear tras la pandemia, la guerra y la inflación. El supervisor español alerta de que las incipientes tensiones financieras que han arrancado con la caída del Silicon Valley Bank pueden debilitar la recuperación. Dicho esto, ante los problemas ocurridos en un puñado de bancos incapaces de resistir los efectos de las subidas de tipos, el organismo recuerda que las entidades están capitalizadas y que el BCE cuenta con los instrumentos suficientes, desarrollados durante la anterior crisis financiera, para darles apoyo.
Pese al debilitamiento que se vivió en la segunda parte del año pasado, la actividad ha aguantado con un vigor mucho mayor de lo que esperaban los analistas, señala el Banco de España en su informe publicado este miércoles. Esta resistencia se explica en parte por la evolución favorable de los mercados energéticos en Europa, donde se han disipado los miedos a los cortes de suministro, la relajación de los cuellos de botella que se crearon con la pandemia y las ayudas que han desplegado los Gobiernos para aliviar el impacto de la inflación. El supervisor percibe signos de relajación en los precios por la energía, si bien observa que tanto los alimentos como el IPC subyacente continúan con tasas elevadas y, en algunos apartados, incluso acelerándose.
Efecto adverso por la perturbaciones financieras
En tal situación han surgido las turbulencias financieras globales, esta vez generadas por las intensas subidas de tipos que han emprendido los bancos centrales para domeñar la inflación. El Silicon Valley Bank tenía “una estructura de balance muy particular que lo hacía muy vulnerable al aumento de tipos”, dice. Pero admite que su caída ha generado unas dudas que se han propagado por los mercados y que han provocado que algunas entidades como Credit Suisse tengan que ser rescatadas. “En estos momentos no es posible precisar si estas tensiones persistirán o si, por el contrario, se reducirán de forma paulatina”, sostiene. Y añade que “en cualquier caso parece probable que la incertidumbre que se ha generado ejerza un cierto efecto adverso sobre el desarrollo de la actividad económica en los próximos trimestres y contribuya, asimismo, a debilitar la dinámica inflacionista”. De todas formas, el supervisor español insiste en que los bancos se encuentran en una posición sólida y que el BCE está listo para actuar.
En el cuarto trimestre del año pasado, el PIB solo avanzó un modesto 0,2% al debilitarse el consumo de los hogares y la inversión. En general, en la segunda mitad del año pasado hubo una importante desaceleración que hace que el PIB reduzca su dinamismo del 5,5% registrado en 2022 al 1,6% que pronostica ahora el banco para 2023. Pero al inicio de este año la actividad ha tenido una evolución algo más favorable, como se aprecia en la afiliación a la Seguridad Social, las encuestas de confianza y la fuerte recuperación del turismo. El producto podría haber crecido entre enero y marzo un 0,3% en una coyuntura en la que las empresas y hogares todavía sufren los precios altos y las subidas de tipos de interés. El golpe de estas últimas no se ha materializado del todo debido a que las renovaciones de intereses en hipotecas y préstamos van con un retraso, matiza el Banco de España. Recuerda que 1,5 puntos de los 3,5 que han subido los tipos se han aprobado en las tres últimas reuniones. Es decir, desde diciembre.
Según las estimaciones del banco, en torno al 50% de la deuda de las familias y empresas todavía no soporta la repercusión completa de los tipos. La traslación se está haciendo con más lentitud que en otros periodos, destaca, pero acabará restando crecimiento. También advierte de que al acumularse la pérdida de poder adquisitivo es más difícil compensarlo con reducciones de la tasa de ahorro y que se están agotando los colchones que se construyeron con la pandemia al haberse dedicado una parte a vivienda y amortizaciones de deuda. Además, subraya, las rentas más bajas apenas consiguieron acumular ahorro durante la covid. Y señala que el encarecimiento de la financiación ya se está notando con leves descensos del crédito. “La velocidad y la intensidad con la que las decisiones de política monetaria acabarán impactando sobre la actividad son muy inciertas”, recalca
El alivio de la energía
Estos fenómenos se compensan, no obstante, con el abaratamiento de la energía. Los precios energéticos se han desplomado debido a una climatología benigna, el menor consumo, la diversificación de suministro y la acumulación de reservas. Antes de la aparición de las tensiones financieras, dice el Banco de España, se percibía un gradual fortalecimiento de la actividad en los próximos trimestres, gracias las disminución de las presiones inflacionistas, la recuperación de la demanda global, la relajación de los cuellos de botella y la creciente puesta en marcha de proyectos con los fondos europeos. Sin embargo, estas previsiones se terminaron de elaborar a principios de marzo, cuando todavía no habían estallado las turbulencias en los mercados.
La resistencia de la inflación subyacente
Respecto a la inflación en España, los precios se han moderado por la energía, que incluso ha tocado tasas interanuales negativas. Esto se debe a que se compara con un momento en el que registraron máximos y al sistema de fijación de los precios eléctricos, que se hace en el mercado mayorista y que, por tanto, traslada muy rápido todas las variaciones. Todo ello ha permitido que se recorte la previsión de inflación media de este año al 3,7% frente al 8,3% que se alcanzó en 2022. No obstante, los precios de los alimentos, que son una parte fundamental de la cesta de la compra, siguen subiendo, a pesar de que la rebaja del IVA para productos básicos se está trasladando al consumidor al 90%, según calcula el Banco de España comparando con otros alimentos y con lo sucedido en otros países europeos.
En todo caso, la moderación de la inflación subyacente se antoja todavía muy modesta: la resistencia a bajar de los bienes industriales y servicios puede deberse a ciertos desfases en el traslado, cuyos retrasos pueden tardar hasta uno y dos años. En este entorno, el Banco de España detecta un repunte de los márgenes empresariales en contabilidad nacional, de modo que el reparto de la renta generada sería ahora algo favorable a las empresas después de que con la pandemia fuese mejor para los asalariados. Incluso así, el organismo resalta que sus datos de márgenes apuntan que las empresas no estarían trasladando de forma completa sus subidas de costes. Tomando los convenios firmados en lo que va de año, la subida de salarios suscrita ha alcanzado de media el 5,2% para 244.000 trabajadores.
Consolidación fiscal
El Banco de España considera que en el tramo final de 2022 las cuentas públicas han experimentado un cierto deterioro debido a una desaceleración de los ingresos, sobre todo por los impuestos indirectos, y a un aumento del consumo de las Administraciones. De ahí que se revise al alza el agujero presupuestario hasta el 4,2% del PIB, todavía por debajo del 5% que se había fijado como objetivo el Gobierno. En ausencia de medidas, el déficit público seguirá en cotas muy elevadas en los próximos años, incluso si se mantiene la bonanza de recaudación que produjo tras la covid. Por este motivo, el gobernador Pablo Hernández de Cos ha vuelto a insistir en las últimas semanas en que se inicie ya un proceso de consolidación fiscal aprovechando la llegada de los fondos europeos.
El informe cita como otro elemento importante la incertidumbre sobre China. El abandono de su política de covid cero ha provocado que los analistas mejoren las previsiones de crecimiento globales. No obstante, su reapertura puede ejercer una importante influencia en la inflación por dos vías: por un lado, una mayor relajación de los cuellos de botella y, por otro, una mayor demanda de materias primas. La primera bajaría la inflación, mientras que la segunda la subiría, obligando a los bancos centrales a endurecer todavía más su política monetaria.
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Source: elpais.com