La gesta homrica de Adrin de Torres y el temple de Leo Valadez

El linarense se juega la vida a puro huevo y el mexicano corta la nica oreja al mejor toro de la desrazada corrida de Fuente Ymbro

La lluvia caa sobre el sonido de los clarines y alfombraba el pasello apaciguando el viento. Dentro esperaba una seora corrida de Fuente Ymbro, tremendamente cuajada, seria y vieja, casi toda cinquea, negra entera y armaba como un regimiento de lanceros. Pasados 13 minutos de las 7 de la tarde, un toro de imponente trapo atrapaba, sacuda y giraba sobre su pavorosa cabeza el cuerpo desmadejado de Adrin de Torres.

Torres se haba ceido por chicuelinas en el quite sin importarle, o sin medir, todas las veces que en el saludo se le haba metido por dentro la bestia por el pitn derecho. Y por ese lado lo volte, encunndolo, con la suerte aadida de que el capote envolvi su cuerpo.Que cay contra el ruedo con una violencia estruendosa. No le import a AdT el percance ni la caja de bombas que colgaba de aquel cuerno aciago para ponerse una y otra vez con la muleta en la mano derecha. Fue un atragantn detrs de otro a golpe de corazn. Y, si al principio el toro se tragaba uno o dos, termin por ponerse imposible. Insisti -entre algn respiro por aquel lado izquierdo de celo perdido- hasta que lo volvi a coger con una saa tenaz, escapando en el suelo entre las astas fieras de puro milagro. Cuando de nuevo se puso para intentar despedirse por manoletinas, la gente le dijo que ya vala, que no quera infartos ni mayores daos. Un tremendo espadazo al encuentro puso punto final a aquella gesta homrica que haba empezado por escalofros y estatuarios. Se pidi la oreja con la carga de la pica, pero se qued en una vuelta con el viejo peso de los premios de Madrid.

De infarto en infarto caminaba la tarde: con el toro ms viejo de todos los cinqueos, a un mes y nueve das de los seis aos, quiso arrancar faena de rodillas Juan Leal sobre la boca de riego. Rehus el fuenteymbro, que haba sido bravucn y distrado hasta ese momento. Desde entonces las distracciones se impusieron, la cara entre las manos, la cobarda. JL todo lo que consigui fue, finalmente, el prlogo de hinojos pero en el tercio y arrimarse ante el desbravado bicho de incierto encogimiento y ataques cruzados preados de renuncias.

Otro toro con la ajada expresin de los aos fue el tercero, que escarb como toda la corrida pero que a diferencia de toda ella humill como ninguno. Y esa fue la clave pero no slo: tambin respondi con fijeza, nobleza y viaje por su buen pitn derecho. Leo Valadez, que haba derrochado vistosidad en el quite por gallosinas en la fijacin espaola de su origen mexicano en Ortiz. Valadez, adems de templado desde los doblones de inicio, estuvo encajado y muy inteligente en la administracin del contado fondo del mejor toro. De las cuatro series necesariamente breves de muletazos largos, la tercera y la cuarta adquirieron profundidad. El final por manoletinas de rodillas elev todo, junto a una estocada a carta cabal -voltereta incluida-, hasta la apoteosis del ansiado trofeo.

Regres de la enfermera Adrin de Torres con diversas contusiones para hacerse cargo del muy hondo cuarto. No vala el toro de Gallardo, uno de los dos cuatreos del envo. Falto de poder y raza -denominador comn-, se defendi ms que se entreg. Sin maldad pero con un derrote deslucido. La firmeza del linarense qued de nuevo de manifiesto junto a su intuido concepto tomista en una labor larga de voluntades. Lo pinch y escuch un aviso.

A Juan Leal le toc como quinto un toro bien hecho de no mala intencin. Tanto el catico inicio de rodillas por cambiados como la faena buscaron ms la emocin de ofrecerse que la de hacer aflorar las virtudes -mayormente en su izquierda- de la embestida sobre los defectos. Lo cogi al entrar a matar para arrancarle la cabeza. Que afortunadamente sigui en su sitio.

Valadez puso todo a favor de obra con un apretadsimo quite por zapopinas con el sexto, que apuntaba notas de esperanza. Pero un estrelln contra las tablas en banderillas lo afligi por completo. El mexicano se mostr templado, otra vez.

Postdata: Rafael Gonzlez y Curro Javier bregaron con magisterio; tambin de plata hay maestros.