Tom Perrotta: “Hillary Clinton perdi las elecciones por ser mujer”

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Tracy Flick se ha hecho mayor. Aquella ambiciosa alumna del Instituto Carver, que se presentaba a presidenta del consejo estudiantil, aspira ahora a dirigir otro Instituto, el de Green Meadows, siempre en Nueva Jersey. Igual no lemos la segunda novela de Tom Perrotta (Newark, 1961) porque nadie entonces se molest en traducirla, pero recordamos a Flick como la jovencsima Reese Witherspoon, en la pelcula de cultoElection (1999), de Alexander Payne.

El escritor confirma que Witherspoon volver a ser Flick en la prxima adaptacin que el mismo equipo creativo llevar a cabo de esta inesperada y deliciosa secuela recin publicada por Libros del Asteroide: “No puedo recordar cmo imagin a Tracy Flick cuando escrib Election en 1993. Pero, como le ocurre al resto de la gente, ya slo puedo verla a travs de Reese Witherspoon. As me la imagin cuando escrib Tracy Flick nunca gana. Ella le imprimi su estilo al personaje, un cierto ritmo en la manera de hablar, que he tratado de reproducir. Ahora averiguamos qu ha sido de ella durante estos 30 aos”, explica Perrota desde su casa en Belmont, un privilegiado suburbio de Boston.

Entre otras cosas, averiguamos que su ambicin poltica la llev a soar con la Casa Blanca, cosa que, inevitablemente, nos recuerda lo cerca que estuvo Hillary Clinton de convertirse en la primera presidenta de Estados Unidos: “Totalmente. Hillary perdi las elecciones por ser mujer. Estaba mucho ms preparada para el puesto que Trump, pero no encajaba en la idea que nuestra sociedad se hace de un lder. La ambicin de una mujer hace que sea vista como demasiado dura o antiptica”.

La ambicin de una mujer hace que sea vista como demasiado dura o antiptica

Su adversario, en cambio, poda ser moralmente condenable, pero “segua resultando simptico para mucha gente”. La novela pone en tela de juicio la cultura del xito y ese herosmo tan americano a travs de la imposicin de un “saln de la fama” de antiguos alumnos, al que slo optan patticos candidatos y un dolo deportivo, claro favorito: “Los deportistas son los grandes hroes de la sociedad americana. Es el correlato del viejo mito del herosmo, defendido por polticos como Kennedy: demostrar valenta bajo el fuego enemigo ya te valida como lder. Tracy no es un hombre, tampoco es deportista, y no le gustan toda esas cosas que la hacen sentir lo contrario de empoderada, aunque tambin intenta actuar en sintona con el lenguaje poltico en vigor para alcanzar sus objetivos. Se pasa la novela buscando la manera de convertirse en una lder, en el marco de una sociedad que no puede verla de esta manera. Ella siempre intentar encontrar la forma de ganar, aunque sea pagando un precio terrible por algo trivial”.

Otro mito muy americano es el del “hombre hecho a s mismo”, la cultura del esfuerzo, o el espejismo de la meritocracia, que la novela tambin desmitifica a travs del desencanto de Flick: “Es la deconstruccin femenina, o feminista, de ese mito, la idea de que trabajando duro, y siendo un poco listo, puedes llegar a la cima. Pero ella se da cuenta de que, nuevamente, hay otro patrn que se repite: siempre son hombres mediocres los que obtienen aquello que ella se merece, de modo que acaba sintindose menos fracasada, porque entiende que es algo estructural”.

Y sin embargo, a lo largo de estos 30 aos, todo ha cambiado. En los 90, sus encantos arruinaron la carrera de hasta dos profesores del mismo instituto. “Entonces era bastante novedoso cuestionar las relaciones entre las alumnas y los profesores. Ella misma mantuvo una relacin sexual con uno de esos dos profesores, un hombre casado, y se negaba a sentirse como una vctima, al contrario: crea que haba hecho uso de su libertad sexual. Pero, con el tiempo, descubri que lo suyo no era tan especial como crea, que existe un patrn que se va repitiendo. Es la poca en la que las feministas empiezan a denunciar que ah hay un abuso de poder”.

Con el MeToo, hoy vemos a muchos hombres acusados de cosas que antes eran aceptadas

En mis novelas, o por lo menos en las de Tracy Flick, La seora Fletcher (tambin publicada por el Asteroide) o Juegos secretos, examino cmo la Revolucin Sexual ha desestabilizado la moral tradicional. Vivimos en una cultura individualista que te empuja a hacer lo que sea para ser feliz, pero luego hay que ver dnde estn los lmites. Siempre intento responder a las controversias que estn en el aire. Cuando escrib Juegos secretos, por ejemplo, haba mucha ansiedad en torno a la pederastia y a la vulnerabilidad de los nios, se votaban leyes para que los criminales sexuales no pudieran regresar a sus barrios originales, o que por los menos los vecinos fuesen informados, y yo quise examinar el asunto atendiendo a los dos puntos de vista. Entenda, por supuesto, el pnico de los padres, pero no quera formar parte de la turba, y por eso tambin presentaba al pederasta a travs de su madre, alguien que lo quiere y que quisiera otra vida para l. Al mismo tiempo, Kate Winslet y Patrick Wilson, en la pelcula que adapt junto a Todd Field, vivan una relacin adltera, cosa que hoy se entiende, pero en el siglo XIX era intolerable. A la inversa, con el MeToo, hoy vemos a muchos hombres acusados de cosas que antes eran aceptadas”.

Los institutos, como el de Green Meadows, son la perfecta metonimia de la sociedad americana. En la novela, de lectura tan amena como inteligentemente divertida, aparecen otros muchos temas, como el trato reservado a las minoras raciales, la identidad sexual, o el problemilla que Estados Unidos tiene con las armas. Los institutos, en su mayora pblicos, son de hecho el centro de una sociedad americana que, en su mayora vive en Suburbia, lejos de la ciudad, y determinan el tejido social de los alrededores.

En EEUU, demostrar valenta bajo el fuego enemigo ya te valida como lder

“Como son instituciones pblicas, y en su mayor parte financiadas con impuestos locales, el poder adquisitivo de los vecinos determina la calidad de la enseanza de sus hijos, y es algo que se perpeta de manera cclica. Yo mismo me vine a Belmont, donde se respira un ambiente muy acadmico, por la calidad de sus institutos, y eso que provengo de un suburbio de clase trabajadora de Newark. Mis padres crean que haba realizado el sueo americano. Ahora comemos y bebemos cosas muy distintas”.

Perrotta tiene Concord a tiro de piedra, y dice que se pasea a menudo en bicicleta por la cuna de los transcendentalistas: “Ah estn las tumbas de Emerson, Thoreau, Hawthorne o los Alcott, y eso tambin me inspira”. Como cre, a partir de otra de sus novelas, y junto a Damon Lindelof, la serie The Leftlovers-aquella en la que desaparece por las buenas un 2% de la humanidad-, y tambin es el showrunner de la mini-serie La seora Fletcher, a partir de su novela anterior, le preguntamos si est en huelga. Dice que s, aunque las manifestaciones de Los ngeles le quedan lejos. Ni siquiera est muy al tanto de la revocacin del contrato de David Simon, el creador de The Wire, despus de un cuarto de siglo en la HBO: “No me extraa, porque l ha sido una parte muy activa en las manifestaciones. Segn varios amigos mos guionistas, los estudios estn aprovechando las tensiones de la huelga para no renovar los contratos ms cuantiosos. Es desafortunado”.

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